
MARGARET WATKINS (1884-1969)
Black Light
Organiza: Ayuntamiento de Córdoba.
Delegación de Cultura y Patrimonio Histórico
Colabora: Vimcorsa y DiChroma Photography
Comisaria: Anne Morin
Sala Vimcorsa
Del 22 de Marzo al 25 de Mayo

Margaret Watkins por Frances Bode, Clarence H. White School of Photography, 1921
Margaret Watkins ha contribuido a forjar la historia de la Fotografía. A pesar de no ser reconocida, su nombre se codea con el de figuras clave, como Clarence H. White, Gertrude Käsebier, Alice Boughton, Margaret Bourke-White, Alfred Stieglitz o Georgia O’Keeffe. Watkins hizo una importante aportación en la implementación de las especificidades de la escritura fotográfica, al convertirse en «un verdadero instrumento de expresión que permite ver el mundo de una manera diferente» (László Moholy-Nagy) y dejar de ser un simple sustituto mecánico de la Pintura de Historia. Watkins será el vínculo entre un pictorialismo en busca de identidad y el modernismo de vanguardia.
Nacida en el seno de una familia de comerciantes adinerados, desarrolla en su juventud una sensibilidad por las artes (piano, dibujo, poesía) y en la pluralidad de estos idiomas elabora la geología, la trama y la textura de su escritura fotográfica. Establece así un diálogo incesante entre Arte y vida doméstica, cuyo tema y objeto se funden en uno solo, y utiliza esta figura a lo largo de su carrera, tanto en su obra personal como en sus imágenes publicitarias.
Entre 1909 y 1914 desarrolla un intenso periodo formativo, que, tras diversas etapas, desemboca en la Clarence H. White School of Photography de Maine (1914). White ejerce de mentora de Margaret Watkins y los preceptos de su escuela, centrados en la fotografía pictórica, marcan profundamente el lenguaje fotográfico de Watkins. Sus composiciones equilibradas y armónicas se construyen gracias a un manejo extraordinario de las líneas curvas, y de las proporciones entre vacío y lleno.
En 1915, después de pasar por el estudio de Jamieson, que le enseña a dibujar, Watkins se muda a Nueva York. Se convierte en la asistenta de Alice Boughton, reconocida fotógrafa e ilustradora, cuyo estudio es lugar de paso de personalidades del mundo del arte, de la literatura y del teatro: William Butler Yeats, Eugène O’Neill, Robert Louis Stevenson, Henry James.
Unos años más tarde, en 1918, Watkins abre su propio negocio y multiplica sus colaboraciones con grandes agencias de publicidad como Condé Nast, Reimers y Osborn Inc. Advertising o la Agencia Fairfax, y publica regularmente en revistas de gran tirada, como The New Yorker, Ladies’ Home Journal, y Country. Al mismo tiempo, ejerce como profesora en la Clarence W. School de Nueva York.
La trayectoria de Watkins como fotógrafa independiente es excepcional y continúa consolidándose durante la década de 1920, anticipando una estética vanguardista del diseño gráfico que ya se había extendido por toda Europa y cuyo origen se remonta a la Bauhaus. Su trabajo adquiere visibilidad y notoriedad y también es objeto de numerosas exposiciones colectivas e individuales, siendo la más importante la celebrada en el Art Center de Nueva York en 1923.
La repentina muerte de White en 1925 marca el comienzo del declive de su carrera, que termina en 1928 con su partida apresurada hacia Europa para visitar a sus tías en Glasgow, donde deberá quedarse finalmente a cuidar de ellas. Visita otras ciudades de Europa y Rusia a principios de la década de 1930, donde toma nuevas imágenes en las que demuestra su capacidad de anticipar las grandes revoluciones estéticas y conceptuales que vendrían después. Atrapada por los acontecimientos históricos, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Watkins abandona cualquier intento de seguir con su carrera.
Margaret Watkins fallece en Glasgow en noviembre de 1969. Poco antes, toma la precaución de entregar a su joven vecino, Joseph Mulholland, sin desvelarle su contenido, una caja negra sellada, que contiene fotografías y negativos. Mulholland se convierte así en el consignatario de esa vida inacabada por una impostura del destino, permitiendo que esta exposición antológica sobre la obra de Watkins pueda hacerse realidad.
Esta visionaria, sin rostro y sin sombra, se merece figurar junto a los grandes nombres de la fotografía, y que su luz negra, esquiva, pueda seguir abriéndose camino a través del incierto reinado de la Historia.
Anne Morin
Comisaria
Haz clic en las fotos para verlas completas. © de los textos: los autores. © de las fotos: los autores.