JOSERRA LOZANO

MAESTRO

Organiza: Ayuntamiento de Córdoba. Delegación de Cultura y Patrimonio Histórico
Colabora: Afoco
Comisario: Antonio Cabello de la Peña

Museo Taurino
Del 11 de Abril al 25 de Mayo

La exposición Maestro de Joserra Lozano retrata la esencia de la tauromaquia como arte efímero, inmortalizándolo a través de técnicas fotográficas tradicionales y contemporáneas. Las imágenes capturan momentos de gran carga estética y emocional, destacando tanto la elegancia de los toreros como la majestuosidad del toro bravo. Lozano nos invita a recorrer la liturgia del mundo taurino con una mirada técnica y creativa que traspasa la barrera del documento para convertirse en una experiencia artística.

Joserra Lozano, fotógrafo especializado en tauromaquia, ha revolucionado la representación gráfica de este arte. Con un enfoque que fusiona técnica y emoción, su obra ha sido reconocida en exposiciones nacionales e internacionales. Entre sus proyectos más destacados se encuentra el libro y exposición Maestro, así como series conceptuales realizadas con técnicas como el colodión húmedo. Lozano combina el reportaje con la creatividad del estudio, generando imágenes que trascienden lo documental y se convierten en piezas únicas de expresión artística.

Roca Rey, exultante, con el torso desnudo y un motivo inca pintado en su piel. En su pecho, el cóndor del Perú, trazado en tinta negra, simboliza su linaje, su fuerza y su determinación. La preparación física es evidente, pero aún más lo es su espíritu combativo, listo para defender su lugar en la cúspide del toreo. Esta imagen, tomada en 2018, formó parte de la campaña de la Feria de San Isidro, capturando la esencia de un torero que encarna el vuelo indomable del cóndor

Barcelona vivía su penúltima tarde de toros. Morante, El Juli y Manzanares habían regalado una faena para la historia, y la afición, entregada, los llevó en hombros por la Diagonal hasta su hotel. Allí, entre miradas cómplices y el peso del momento, el aire se cargaba de una emoción desbordante y una melancolía inevitable. Aquella tarde no solo fue un triunfo, sino el eco de un adiós.

En una habitación de hotel en México, tras una tarde de triunfo, solo queda el vestido de torear de Manzanares. Sumergido en la bañera, el agua arrastra la sangre, testigo mudo del ritual entre el hombre y el toro. Sin su portador, el traje es solo un objeto, privado del fulgor que le da vida en la arena. Es el torero quien lo viste de gloria; sin él, solo es tela y oro a la deriva.

«En la casa de su abuelo Antonio Ordóñez, donde también descansan parte de las cenizas de Orson Welles, Cayetano Rivera inicia el ritual de vestirse de torero. La solemnidad del momento se funde con la historia y la tradición en Ronda, antes de afrontar la mítica corrida goyesca, donde el tiempo parece detenerse en honor a la tauromaquia.»

Bajo la ancestral técnica del colodión húmedo, Lozano inmortalizó a las grandes figuras del toreo de su tiempo. En esta imagen, Juan Ortega emerge en una placa de impecable ejecución, donde los caprichos de la química fotográfica han esculpido destellos, cometas que, como una revelación inesperada, evocan la silueta de una virgen coronada, envuelta en el manto suntuoso de una procesión. Entre lo fortuito y lo místico, la imagen trasciende la técnica para convertirse en una visión.

Para la promoción de la Feria de Zaragoza, esta serie buscaba despojar a los toreros de sus trajes de luces y mostrar al hombre, desnudo de artificios, con sus valores y cicatrices grabadas en la piel. Alberto López Simón posó con las grapas aún frescas de su reciente cornada en el muslo derecho. No hacían falta palabras: la autenticidad de la tauromaquia y la verdad de su sacrificio quedaban reflejadas en la imagen.

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